La memoria se sube a las paredes
Familiares, amigos y compañeros de Jeremías, Claudio y Adrián se encontraron en Pte. Quintana entre Italia y Dorrego para realizar un mural en memoria de los tres militantes asesinados en la madrugada del 1° de enero.
El mediodía del jueves 12 encontró a los y las compañeras, amigos y familiares de Jere, Patón y Mono, reunidos en las proximidades del local del Movimiento 26 de Junio para pintar un mural que los hiciera presentes nuevamente en su barrio.
El lugar elegido son dos paredes de la casa de un vecino que se encuentra frente al local y a la canchita de fútbol, que a lo largo del 2011, los tres jóvenes junto a sus compañeros, supieron construir, con la convicción de que sería un espacio donde poder proyectar su militancia en el barrio. Como decían los chicos “sacando a los pibes de la esquina” a la vez que realizando sus propios sueños.
El contenido del mural se definió en asamblea entre todos los presentes. Se decidió, entonces, que tenga dos partes: una en la que se recuerda al Mono, el Jere y el Patón, con sus caras pintadas, y que pueda reflejar qué es lo que ellos hacían, sus sueños y sus encuentros. La imagen está acompañada de la frase que el mismo barrio eligió para salir a la calle exigiendo justicia: “Mientras sigamos luchando, ellos seguirán presentes”.
En la otra pared se pintó una frase que escribió Adrián, el Patón, unas semanas atrás: “Cuando algo no sea justo, no puedes guardar silencio, tu sabes que algo falta para llenar el vacío, debes seguir bien firme en línea recta ese camino, jamás debes hundirte, LUCHA Y SIGUE, pero erguido”.
Toda la jornada de memoria, se enmarca en un cronograma más extenso de actividades que se irán realizando semana a semana, para exigir Justicia y esclarecimiento de la Masacre , al mismo tiempo que para recordar a los compañeros como lo que eran: jóvenes de un barrio, que se organizaron y lucharon por cambiar la realidad en la que vivían.
Al caer la tarde y con el mural todavía sin terminar comenzaron a volver a su casa todos los que se habían convocado a lo largo del día. Desde la ventana del local del M26 se lee la frase de patón y ya con algo de color encima se distinguen las caras de los tres sobre la pared. Unos flacos pasan en moto por la esquina y se paran dos minutos: “se re parecen a los pibes” dice uno. Después siguen su camino.
Desde el 1° el barrio está distinto. Apenas comienza a atardecer la gente se mete en las casas y como si eso fuera poco, en varias cuadras a la redonda nadie escucha música. Pero el jueves algo comenzó a cambiar. Los vecinos se quedaron. Uno pasó en un fiat europa medio viejo y cuando se bajó a ver alguien lo corrió, jugando, con un sifón de soda. Allí estaban los niños, los perros, un par de chanchas acaloradas y la sensación, por lo menos de ese momento, de que desde esa pared, Jere, Mono y Patón volvían a soñar una vida mejor.
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