Recordamos a César y acrecentamos el grito por justicia
El pasado sábado 7 de julio, familiares, amigos y compañeros de militancia de César Oviedo, joven asesinado hace poco más de un mes en Uruguay y Felipe Moré, nos convocamos en la placita de esa esquina para emprender una jornada cultural que incluyó la realización de varios murales, entre otras actividades artísticas.
Unas horas después del mediodía, la plaza donde fue ultimado César, se empezó a poblar. Las paredes que la delimitan comenzaron a ser blanqueadas para que el pincel (de las y los que ya estamos hartos de los saldos que producen los mantos de complicidad entre el entorno delictivo enquistado en los barrios, la maldita policía y el poder judicial) delineara una palabra que pareciera no tener sonido para los Tribunales, cuando viene de la boca de los sectores más postergados de nuestra sociedad: justicia.
Justicia, que solo se llega a divisar cuando nos movilizamos y tomamos las calles. Como lo hacemos cada primero de mes por Jere, Mono y Patóm, que al igual que César, militaban en el Movimiento 26 de Junio (Frente Popular Darío Santillán).
Con el correr de la tarde, y para hacerle frente al viento gélido que soplaba en las inmediaciones del barrio Vía Honda, empezaron a circular las tazas de mate cocido acompañadas con unas sabrosas pizzetas. Mientras los estómagos se reconfortaban, las pintadas avanzaban y el espacio se modificaba. Lejos quedaba aquel sitio que daba albergue a narcotraficantes y delincuentes, para teñirse de colores y sonrisas. Solo unos escombros del quiosco de drogas incendiado por los vecinos la noche del 20 de junio, se podían ver desperdigados entre la tierra y los escasos pedazos de césped.
Cuando el sol comenzaba a ocultarse, la actividad llegaba a su fin con la musicalización de una veintena de niños que descargaban todas sus energías sobre los parches desvencijados de unos tambores.
Muy probablemente serían esas niñas y niños a los que el pibe de 34 años, que ya se veía plasmado con muchos mas detalles sobre el mural de la pared, habría querido salvaguardar de los disparos indiscriminados de un “soldadito” del búnker de drogas ese 20 de junio. El joven del mural es César Oviedo. Y esa actitud solidaria y corajuda fue la que le costó la vida horas después. El asesino continúa prófugo. Sus compañerxs seguiremos luchando para que caigan todos los responsables y que los entramados entre el poder judicial, narcos y canas dejen de derramar sangre inocente en las barriadas populares.
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