Que 10 años no son nada: Como en el 2001, seguimos creando Poder Popular
A diez años de diciembre de 2001, la etapa abierta por la rebelión popular que tumbó al gobierno neoliberal y asesino encabezado por de la Rúa , parece cerrada. La mayoría de los que el pueblo exigía que se fueran se quedaron, y se reciclaron. Hoy, la política vuelve a los lugares bendecidos: el Congreso, las Casas de Gobierno. El crecimiento de la economía favorece a los distintos oficialismos en sus intentos de reelección. En los distintos “relatos” el 2001 es igual a caos y desorden. Ahora que vivimos en un país “normal” debemos resignarnos a movernos despacito dentro del estrecho campo de “lo posible”.
Sin embargo, las jornadas de diciembre de 2001 todavía resuenan en la memoria de nuestro pueblo. Su espíritu reaparece cuando, ante un problema, se recurre a la asamblea como método y la movilización en la calle para reclamar lo que nos corresponde. Esa llama se mantiene encendida en cientos de organizaciones sindicales, territoriales, estudiantiles, colectivos culturales y de comunicación popular, de mujeres y LGTB, que apostamos al protagonismo de las bases y a la construcción de una real alternativa política para nuestro país, que dé respuestas de fondo a las necesidades del pueblo.
Durante todo el 2011 estuvimos atravesados por un clima de campaña permanente. Los spots en la tele y en la radio nos llamaron a profundizar “el cambio”, “el modelo”, a optar por “el cambio seguro”. Salvo escasísimas oportunidades, ganaron los partidos gobernantes, beneficiados por el viento de cola del crecimiento de una economía basada en la exportación de materias primas agrícolas y minerales, el saqueo y la destrucción de los bienes comunes y la precarización laboral, pero que aún así ha mejorado la situación de amplios sectores sociales.
En Rosario, el Partido Socialista consiguió un nuevo mandato. Más allá de algunos contados logros –como el acceso a la salud pública- sus principales objetivos pasan por garantizarle fabulosos negocios a los fondos inmobiliarios que se nutren del boom sojero y a las empresas de transporte público, que operan para que se suba el pasaje según su conveniencia, aún cuando las frecuencias son deficientes y muchos vecinos y vecinas de los barrios periféricos tienen que tomar dos colectivos para llegar a su destino. La lucha de los trabajadores y trabajadoras de la secretaría de Promoción Social es una muestra de la verdadera cara de la “Muni” socialista: políticas que apuntan supuestamente a la inclusión social, pero que están basadas en la precarización laboral de quienes las sostienen, a través de contratos temporarios, pasantías y otras maniobras que les niegan derechos básicos como estabilidad, salarios dignos, jubilación y obra social.
En cuanto a la provincia, el ministro de Binner, Antonio Bonfatti, se convirtió en el nuevo gobernador en unas elecciones que tuvieron final con suspenso. Miguel del Sel, candidato del PRO, estuvo cerca de dar el batacazo y obtener un triunfo para esta nueva derecha en versión populista, representada por el ex Midachi. Por suerte, al mal chiste le falló el remate. La experiencia de estos últimos cuatro años en Santa Fe evidencia las limitaciones del progresismo “realmente existente”: detrás de su perfil bajo y su discurso lavado, la gestión esconde una férrea defensa de los grandes beneficiarios del agronegocio, al sostener, por ejemplo, vergonzosas exenciones de impuestos, como el de Ingresos Brutos.
A nivel nacional, las elecciones del 23 de octubre expresaron una aplastante victoria del kirchnerismo con el 54% de los votos, a casi 30 puntos de diferencia sobre el segundo, y una pésima elección de las distintas versiones de la derecha, representadas por Alfonsín, Duhalde y Carrió. Esa amplia mayoría evidencia el acuerdo de distintos sectores sociales –por motivos diferentes- con la situación económica actual: en los estratos altos, fue un reconocimiento a las fabulosas ganancias que vienen amasando desde el 2003 hasta estos días, en los sectores medios y las clases populares, se trató de un voto por “no retroceder” y sostener lo conseguido. A pesar de la precarización laboral en la que se encuentra 1 de cada 3 trabajadores, la inflación que golpea los bolsillos de los de abajo y la persistencia de problemáticas estructurales como el acceso a la tierra y la vivienda, es cierto que ha habido una recuperación del empleo y del poder adquisitivo de los salarios, acompañadas de medidas -como la Asignación Universal por Hijo- que habilitan un mayor consumo en los sectores populares.
Envalentonada después de las elecciones, y con el trasfondo de la crisis económica que azota a Estados Unidos y Europa, Cristina se propuso como objetivo principal disciplinar a todos los actores sociales y políticos. Aunque sus dardos apuntan aparentemente hacia empresarios y sindicatos por igual, las acusaciones de “extorsión” y “chantaje” están dirigidas, más que a Moyano, hacia el campo sindical independiente, que crece desde las bases peleando los derechos de trabajadores y trabajadoras, por democracia y libertad en los lugares de laburo. La vergonzosa causa contra el delegado ferroviario Rubén “el Pollo” Sobrero y la flamante Ley Antiterrorista buscan atemorizar y perseguir cualquier tipo de movilización desde abajo que sea peligrosa para su gobernabilidad.
Y por abajo, ¿qué?
Las organizaciones populares, por supuesto, no podíamos estar ajenas a la coyuntura electoral. Las respuestas fueron diversas: desde las que se sumaron –adentro o un poco más afuera, crítica o acríticamente- a distintos proyectos que, creemos, no son proyectos populares (como el Frente Amplio Progresista o el Frente para la Victoria ) hasta las que apoyaron a fuerzas de centro izquierda o izquierda partidaria, como Proyecto Sur y el Frente de Izquierda y los Trabajadores (FIT).
La debacle de Proyecto Sur expresa las limitaciones de una fuerza que supo instalarse en el escenario político nacional con propuestas interesantes sobre la (mal) utilización de los recursos estratégicos de nuestro país, pero que privilegió las alianzas por arriba y los estudios de televisión antes que la construcción por la base y el diálogo con los movimientos sociales. En la provincia de Santa Fe, destacamos la elección del periodista Carlos del Frade, un compañero siempre presente en las luchas populares, a quien la “justicia” electoral le robó su banca de diputado, con el silencio cómplice del binnerismo,
En cuanto al FIT, consideramos que se trata de compañeros y compañeras de lucha y saludamos que hayan podido ingresar legisladores locales y provinciales de esa fuerza. Sin embargo, humildemente creemos que difícilmente sacar 2,5% de los votos pueda ser considerado “un milagro” o una buena elección.
Desde el Frente Popular Darío Santillán y el resto de las organizaciones que conformamos la Coordinadora de Organizaciones y Movimientos Populares de la Argentina (COMPA) impulsamos la Campaña “Los Movimientos Populares tenemos un Proyecto de País” con el objetivo de plantear 10 propuestas de transformación, sobre el uso de nuestros bienes comunes, redistribución de la riqueza, trabajo, derechos humanos, igualdad de géneros, educación, salud, tierra y vivienda, soberanía alimentaria, comunicación y cultura popular, y la unidad de los pueblos de Nuestra América.
Ese monumental cambio tendrá como condición inevitable superar la fragmentación del campo popular, dejando de lado las mezquindades, los sectarismos, la pretensión de vanguardia esclarecida. Esa nueva alternativa aún por nacer, deberá ser capaz de convocar y movilizar a miles, millones que queremos una sociedad diferente. Deberá disputar en todos los terrenos: en cada lugar de trabajo y de estudio, en cada barrio, en el campo de la cultura y la comunicación.
En eso estamos.
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